En 2012, se vio en el centro del escándalo de la atleta olímpica Suzy Favor-Hamilton. Ahora lo cuenta todo en un libro en el que, “sociológicamente”, cuenta su experiencia.
En diciembre de 2012 el mundo del deporte estadounidense se vio sacudido por un escándalo sin precedentes cuando Suzy Favor-Hamilton, que había representado al país en las Olimpiadas en tres ocasiones, reconoció que había trabajado como prostituta para la agencia de escorts Haley Heston Primate Collection bajo el seudónimo de Kelly Lundy. Una revelación que traumatizó a muchos que se preguntaban cómo una carismática atleta que recogía algunas de las grandes virtudes vinculadas al deporte (la rectitud personal entre ellas) era capaz de vender su cuerpo, incluso con el conocimiento y aquiesciencia de su marido.
Suzy contó su historia en ‘Fast Girl: A Life Spent Running from Madness‘ (HarperCollins). Ahora, la mujer que dirigía Haley Heston, Jami Rodson, ha hecho lo propio en ‘The Las Vegas Madam: the Escorts, the Clients, the Truth‘ (Maktub Press and Publishing), en el que una de las madamas más importantes de Las Vegas lo cuenta todo, eso sí, desde un punto de vista sociológico. Como explicaba a ‘Radar Online‘, no va a dar nombres, pero la mayor parte sus clientes eran futbolistas o jugadores de fútbol, además de poderosos hombres de negocios. “Puedes coger una revista de ‘Fortune 500’ y ver a unos cuantos de ellos”, confesaba la autora.
La gente guapa vendiendo sexo parece estar por todas partes, y cuanto más provocativa seas, más dinero ganas
Criada en una familia conservadora y muy religiosa que establecía fuertes límites en las aficiones de su hija –nada de música, televisión ni maquillaje–, estudió antropología y sociología, trabajó en los servicios sociales de Oregon y decidió visitar Las Vegas en unas vacaciones… que duraron 10 años, en los que pasó de camarera a ‘stripper’ y, de ahí, a escort y directora de una agencia cuyo carburante era el alcohol, el éxtasis y la cocaína. “Para mis amigas y para mí, hacer de ‘escort’ era más lógico y a menudo más seguro que tener una cita”, explica en ‘Las Vegas Sun‘. “Éramos jóvenes y vivíamos en una ciudad donde los rollos de una noche eran la norma después de una noche de fiesta”.
La ciudad del pecado
Las Vegas es una ciudad paradójica. La prostitución es ilegal y, sin embargo, en ella se vende sexo continuamente. “La gente guapa vendiendo sexo parece estar por todas partes”, explica Rodman. “Y cuanto más provocativa seas, más dinero ganas”. Así que cuando tuvo ocasión de pasar de camarera a escort, no dudó ni un instante en dar el salto. Como explica en una entrevista con ‘Alternet‘, la experiencia fue positiva: “Conocíamos a hombres poderosos y ricos que nos trataban bien. No había ninguna diferencia con un rollo de una noche, salvo que estos tipos respetaban lo que hacíamos”.
Ahí es donde surge la gran pregunta que todo el mundo se hace respecto a la prostitución: ¿por qué? Por lo general, se trata de hombres en busca de conexión, como explica la autora a ‘Alternet’. “En muchos casos simplemente sentarse y tomar una copa con una chica guapa es el único momento en el que alguien le habla o le escucha fuera del trabajo”, explica. También hay sexo de por medio, claro: “Creo que la razón por la que hombres y mujeres tienen aventuras es porque ya no se sienten especiales con sus parejas”.
Para los hombres resulta mucho más seguro seguir el viejo dicho de “lo que ocurre en Las Vegas queda en Las Vegas” y pagar por una escort que tener una relación romántica con otra mujer. “Basándome en lo que he oído muchas veces, buscan a las escorts en lugar de tener amantes porque es más seguro”, explica la madama. “Creían que eso iba a salvar su matrimonio”. Suena paradójico, pero convertir la relación romántica en una transacción elimina el componente emocional. “Contratan a compañía porque no es tan malo como engañar”. En muchos casos, los que recurren a los servicios de las escorts no han hecho el amor durante dos o tres años, y dicen cosas como “amo a mi mujer, y no quiero hacerla daño, pero no estoy listo para dejar de hacer el amor y tengo que hacer algo para solucionarlo”.
De hecho, explica Rodman, en muchos casos gastarse hasta 7.500 dólares por cinco horas de distensión es mucho más barato que afrontar un divorcio. Es lo que ha oído muchas veces: “Prefiero contratar a una escort durante una noche que ir, tener una aventura, que me pillen, que mi mujer me demande por divorcio, y terminar gastando cinco millones porque que me sentía promiscuo esa noche”. Para Rodman y otras chicas, el hecho de que fuese una transacción económica acababa con la incertidumbre de las relaciones románticas: “¿Le he gustado? ¿Debería llamarle?” De hecho, señala, los hombres son muy básicos. “Los tíos tienen una idea fija. Una vez que tienen un orgasmo, se acabó. Así que dices adiós, cierras la puerta y se acabó”.
No hay negocio mejor
La agencia de Rodman, para la que utilizó el seudónimo de Haley Heston, apenas tuvo tres años de vida, entre 2009 y 2012. En ese período de tiempo, entre 200 y 300 chicas pasaron por la agencia. Algunas eran modelos de Playboy o de Maxim, otras simplemente lo hacían por afición, como ocurría con Suzy Favor-Hamilton, que decidió buscar otras citas después de solicitar a la agencia un trío para el aniversario con su marido. Estaba en lo más alto del rango salarial de las escorts, es decir, cobraba unos 5.000 dólares a la noche.
Haces un montón de dinero por tener una cita, ir a restaurantes caros y llevar ropas bonitas
Jami Rodman, la autora.
La compañía no era una agencia con empleados fijos, sino más bien, una promotora de trabajadores independientes y, por lo tanto, las tarifas variaban entre 500 a 1.000 dólares la hora. El problema, en muchos casos, es que en esta tarifa no iba incluida la relación sexual… Algo que muchos hombres no sabían de antemano, por lo que se sentían decepcionados al ver que la canita al aire les iba a salir mucho más cara de lo que pensaban. La crisis se dejó notar en el sector, explica Rodman, por lo que eso, junto al escándalo de Suzy Favor-Hamilton que puso su nombre en el candelero, provocó que decidiese cerrar las puertas de la agencia y abandonar Las Vegas.
“No parecía una mala elección de carrera”, rememora de aquellos tiempos. “Haces un montón de dinero por tener una cita, ir a restaurantes caros y llevar ropas bonitas”. Sin embargo, había un lado muy malo asociado con su trabajo: una espiral de soledad empujada por consumo de drogas y alcohol que provocaba que cayesen fácilmente en la adicción. Además, tenían que protegerse de otras escorts que intentan robar sus clientes y evitar que sus familias descubriesen su trabajo. Aunque tuvo su lado bueno: “Salvé matrimonios, liberé a chicas de sus chulos y viajé por todo el mundo haciendo trabajo humanitario. No veo ninguna razón para arrepentirme de ello”.
Fuente: El Confidencial